Un aficionado es aquel que puede ir al estadio, ver un partido por la televisión, escucharlo por la radio, seguirlo por las redes sociales o de cualquier forma que sea posible para estar enterado de cómo va el equipo de sus amores, pero que al final del partido, sea cual sea el resultado, tendrá una reacción de paz, tranquilidad, cordura, y porque no, un gesto de felicitación hacia su adversario.
Pero hoy también existe ese grupo de personas “fanáticas” obsesionadas (por algo que ni les pertenece), que dicen amar los colores de su equipo, pero que ese amor los enloquece, los vuelve irracionales, los lleva actuar de manera descontrolada, agredir a sus rivales, el colmo de todo, hasta los jugadores de su propio equipo. Ese grupo de fanáticos que creen que un equipo es de ellos y se deben especialmente para ellos, son los que hacen daño al pobre y precario fútbol que ya tenemos.
Las barras organizadas ya no son las de hace años, ahora es algo difícil de explicar, estar en los tendidos populares de un equipo llamado grande es arriesgarte que un fanático te ultraje y hasta te llegue a pegar. Ir al estadio en partidos de alta tensión, es riesgoso, el fanatismo de este grupo de personas y su locura puede ser un atentado para cualquiera.
No es lo mismo ser aficionado que fanático, y nuestro fútbol así como es de pobre y corrupto, ha creado a mucho fanático que no se da cuenta que si hoy gana o pierde su equipo, pase lo que pase, ellos seguirán siendo los mismo, mañana tendrán que ir a trabajar, ir a estudiar, que su vida no va cambiar porque su equipo levante la copa o la pierda. Cuando aprendamos que el fútbol es un deporte para crear espectáculo, para pasar un fin de semana relajados, cuando entendamos que la rivalidad es solamente en lo deportivo, así y solo así, podremos aportar algo por este deporte a nivel nacional. Ya no más fanatismo, no más violencia, no más gente enloquecida en los estadios.
0 comentarios :
Publicar un comentario